lunes, 16 de noviembre de 2009

La muñeca del buzón (2ª parte)

Lisa no acertaba a coger la cámara para detener a la muñeca que, contra la fuerza de Amelia, intentaba atraerla hacia su boca para comersela. Gabriel y Noa no paraban de gritarle a Lisa que hiciera ya la foto. Carlos, por no poder, no podía ni cerrar la boca del susto que tenía. Cuando al fin Lisa pudo hacer la foto, la muñeca no pudo mas que reir y burlarse de las ridículas soluciones que ponían los libros de leyendas. Salió del todo del buzón y pudo acercar mas a Amelia para comérsela en tres bocados. Ante la aterradora escena que estaban viendo, todos echaron a correr, excepto Carlos, que no podía a similar que a su novia se la hubiesen matado de semejante manera. La muñeca le cogió por la piernas y empezó a darse el banquete con el segundo plato. Al ver que su hermano no estaba a su lado, Lisa paró de correr y miró hacia atrás, dándose cuenta que su hermano había caído en las garras de la muñeca. Con la intención de ayudarle, Lisa corrió hacia él y le cogió de las manos para tirar de él. Desgraciadamente, la muñeca tenía una fuerza imponente y pudo con ella, tragándose las manos que ella había estado sujetando.

Lisa echó a correr hacia donde estaban sus amigos, que le gritaban insistentemente que corriera mas. Pero en el camino se resbaló por la escarcha que tenía la hierba y la muñeca no tardó en darle caza, comiéndose hasta la última punta de su pelo mas largo. Noa y Gabriel no pararon de correr, viendo cómo la muerte se les acercaba. Se adentraron en el bosque y corrieron sin cesar. Al ver que Noa se iba cansando, Gabriel le cogió la mano y tiró de ella. Encontraro un árbol hueco y partido por un lado, por donde entraron dentro de él y se escondieron. El escondite era muy estrecho y los dos quedaron pegados uno frente a otro, escuchando como poco a poco la muñeca se iba acercando.

Los dos se miraron fíjamente y recordaron todos los momentos que vivieron juntos, sobretodo cuando estuvieron esos cuatro meses saliendo. Fue cuando se dieron cuenta de que nunca se dejaron de querer. Acercaron sus labios y se dieron el que sería su último beso. En ese momento, la muñeca descubrió su escondite, y al verlos besarse, empezó a deshacerse.

-¡Noooo! -gritó la muñeca- ¡Malditos humanos, con su amor y su sentimentalismo! ¿Por qué yo nunca tuve esa facultad?

La muñeca se convirtió en ceniza que se esparció por el bosque a trevés del aire.

Más adelante, después de casarse, Noa y Gabriel encontraron la verdadera historia de la muñeca que veía cómo día a día se le iba la vida viendo que las personas podían sentir y ella no, y que tuvo que meterse dentro de un buzón para no tener que ver mas las muestras de amor de los humanos, a sabiendas de que, si volvía a ser testigo de una sola muestra de cariño mas, sería su última vida la que se destruiría.


FIN

La muñeca del buzón (1ª parte)

Era el decimoséptimo cumpleaños de Amelia. Había invitado a su fiesta a su novio Carlos y a la hermana de éste, Lisa. Lisa era una chica de 15 años que le gustaba leer libros de miedo, pero sobretodo le gustaban los libros de leyendas. Algunas leyendas le parecía una bobada, pero otras las creía a pies juntillas. A su hermano, Carlos, todo eso le daba un miedo atroz, y cada vez que oía hablar a Lisa sobre ese tipo de cosas, la intentaba disuadir para que cambiara de tema.

Amelia también invitó a su cumpleaños a su mejor amiga Noa y a su amigo Gabriel. Noa y Gabriel salieron juntos en el pasado, pero sólo estuvieron cuatro meses juntos, ya que a Gabriel le perseguía otra chica y Noa era demasiado celosa para aguantarlo. Un mes después de que lo dejaran, aquella chica se tuvo que ir de la cuidad, pero, en caso de que no se hubiese ido, Gabriel tenía muy claro que no hubiera salido con ella. Aceptó la ruptura con Noa porque creía que no confiaba lo suficiente en él. Aún así, mantuvieron una buena relación, por el bien de sus amigos comunes.

Después de la fiesta de cumpleaños, a Amelia se le ocurrió una idea. Cerca de su casa, al lado del bosque, había una casa abandonada de la que cuenta la leyenda que en su buzón había una muñeca, la cual, cuando metes un solo papel dentro, la muñeca saldrá y no parará hasta comerse a quienes hayan metido el papel. Amelia se reía de todas las leyendas, en especial de esa, así como de Lisa, que creía en ella. Esa noche, Amelia decidió que irían a esa casa, echarían el papel en el buzón y haría ver a Lisa que esas leyendas no son mas que mentiras. Nadie estaba de acuerdo con la idea, pero el cumpleaños era de Amelia... Lisa decía, según había leído ella, que si a la muñeca le sacas una foto con flash desaparecería, así que se colgó la cámara al cuello, por si acaso.

La noche era fría y silenciosa. Una manta de ligera niebla cubría la atmósfera y las hojas y hierbas estaban cubiertas de escarcha a causa de la helada que estaba cayendo. A medida que se acercaban a la casa, a Carlos le castañeaban mas los dientes. Cuando llegaron, Amelia sacó el papel y empezó a burlarse de su novio:
-Carlos, ¿y si lo metes tu? así se te quitará el miedo cuando compruebes que solo es ¡una absurda mentira! -se acercó al buzón y empezó a agitar el papel delante de la rendija- Uuuuuhhh! ¡Qué miedo! jajaja.
Como Carlos no podía ni articular palabra para defenderse, ella se acercó mas al buzón y, con una siniestra sonrisa, metió el papel... todo en silencio, nada sucedió.
-¿Veis? ¡No ha pasado nada! ¿qué dices Lisa, donde están ahora tus famosas leyendas?
Pero Lisa no podía mover la vista de la rendija del buzón. De repente, unos dedos de plástico asomaron por la abertura. Todos se quedaron petrificados, pero Amelia, que estaba de espaldas al buzón, no se dio cuenta y seguía bromeando. Al ver que todos se ponían pálidos, se giró lentamente y pudo ver cómo la muñeca, que ya tenía fuera los dos brazos y la cabeza, iba saliendo del buzón. Sin darle tiempo a echar a correr, la muñeca la agarró por los hombros... CONTINUARÁ