Son curiosas las manías que tiene la gente de hacer un gesto en determinado tiempo. Muchos de esos gestos pueden explicarse y saber por qué se hacen pero hay otros que no se sabe por qué se hacen, como cuando una persona está pensando y se arrasca la cabeza. De pequeña conocía a una persona que lo hacía y siempre me preguntaba por qué se tenía que arrascar la cabeza para pensar, ¿es que así ayuda a sus neuronas a pensar? ¿o es que le pica la cabeza cada vez que piensa? Nunca he sabido por qué hace la gente eso.
-Un gesto que siempre me ha llamado la atención es el gesto que hace mi madre cuando está concentrada en algo: pone el labio superior totalmente encima del labio inferior y estira los labios. Una vez le pregunté por qué hacía eso y me dijo que no lo hacía, que si lo hacía no se daba cuenta. Es un gesto parecido a lo que hacen los niños cuando se enfadan, solo que en vez de estirar los labios, inclinan el labio superior hacia a fuera, para dar mas pena. Este gesto se puede decir que lo hacen los niños para eso, para dar mas pena.
-Los hombres, cuando os vais a saludar entre vosotros, tenéis la manía de daros una buena leche detrás del hombro o en el brazo. Lo curioso es que cuanto mas fuerte sea mucho mejor, mas simpático tiene que caer, y la leche siempre va acompañada de una buena sonrisa por parte del atacado y del atacante, lo cual me hace pensar que el atacante está pensado: "¡toma leche que te he dado, cabrón!" y el atacado: "¡joder, vaya leche que me ha dado el tío este! Se va a enterar ahora..." Y el atacado pasa a ser el atacante y el atacante, el atacado, pero sin faltar ese "buen rollo" que existe entre ellos, ¡ja!
-Una manía que a veces puede ser un poco vergonzante y ridícula por parte del ejecutor, es la manera que tenemos de hablarle a un niño pequeño o un bebé. Pensamos que lo hacemos para caer bien al niño o que se ría, ¿pero no nos da vergüenza hacer el payaso para que un niño pequeño se ría de nosotros? Pues no, no nos vergüenza porque somos capaces de hacer lo que sea para ver la sonrisa de un niño. Lo peor no es eso, sino que somos incapaces de resistir mirando a niño sin pellizcarle los mofletes. De pequeña me acuerdo que no lo soportaba. Me lo hacían tantas veces que terminaba con el carrillo rojo. Sin embargo, ahora comprendo porqué lo hacían, pues yo ahora hago lo mismo, no puedo resistir la tentación.
-Algo que no soporto es cuando una persona que está cerca de mi está constipada y cada dos por tres está inspirando (o esnifando, mas bien) para que no se le caigan los mocos... ¿es que no pueden hacer algo tan sencillo como sonarse los mocos con un pañuelo?
-Cuando hacemos un esfuerzo físico, no podemos remediar poner la típica cara fea de esfuerzo y si el esfuerzo es aún mayor soltamos un gemido de queja (como el de los tenistas, aunque los gemidos de estos mas bien parece otra cosa...). ¿Alguna vez habéis probado hacer mucha fuerza sin poner cara de esfuerzo? Es realmente difícil, como estornudar con los ojos abiertos... ya, no sé a qué viene esto, pero me ha venido a la cabeza y quería ponerlo. Mejor no intentéis estornudar con los ojos abiertos, no sea que se salgan los ojos de las órbitas.
-Las mujeres solemos apartarnos el pelo de la cara muy a menudo, ya sea con la mano para poner el pelo por detrás de las orejas o hacer un movimiento brusco con la cabeza para que el pelo se vaya solo hacía atrás. Muchas mujeres se acostumbran a hacer eso y cuando se cortan el pelo o simplemente no les molesta el pelo en la cara, lo siguen haciendo igual. La mayoría de nosotras (yo una de ellas) necesitamos tocarnos el pelo en cada momento. Reconozco que una de mis tantas manías que tengo es tener el pelo siempre perfecto, y como no esté perfecto... alguien puede salir mal parado.
Podría seguir enumerando la de manías que tiene la gente, pero en vez de escribir un post escribiría un libro. Me acabo de acordar de un día que venía hacia mi casa y, como siempre, el jodio perro del vecino me ladró. Estaba pensando en mis cosas y me vino de sorpresa y no pude evitar gritar. Entonces un albañil joven y guapo que pasaba por allí me dijo: "perro ladrador, poco mordedor". Entonces mi paso se apresuro a la par que mis mejillas se encendían. Tampoco tiene que ver con el post, pero el otro día pensé que algún día debería ponerlo en mi blog.